La pirámide de la Luna «La que se viste de agua»

La primera vez que he salido del convento de Izamal, que ahora es un hotel, con la intención de visitar la pirámide de la Luna, estaba lloviendo. He mirado el cielo astrológico y he visto que a esta hora, la Luna estaba entrando en el signo de Tauro, el de su exaltación, quizás por eso ha abierto una puerta en cielo y caído tan tremendo aguacero.

Hacía media hora que llovía y parecía que ya estaba amainando cuando he decidido salir a la calle. Pero no he podido ir muy lejos, a los veinte pasos estaba empapado de arriba abajo y eso que llevaba un paraguas, he tenido que regresar a cambiarme ropa.

Después de media hora de llover intensamente, ha parado, entonces he decido ir a visitar la pirámide del sur. He llegado en pocos minutos, pues el lugar está a menos de un kilómetro del convento-hotel donde me hospedo.

Habuc es el nombre de la pirámide del sur de Izamal, su nombre significa “la que va vestida de agua”, se la conoce como la pirámide de la Luna, el Bacab que le corresponde se llama Zac y su color es el blanco. Hay un mes de los Maya que lleva ese mismo nombre. Zac es el mes número 11 y significa la rana, que se asocia también al color blanco y las aguas.

He podido tomar muy pocas notas, pues al poco de estar encima de la pirámide de la Luna se ha declarado una tormenta con granizo que ha dejado el pueblo sin luz, sólo he podido anotar que la pirámide tiene diez escalones grandes para alcanzar el plano superior donde hay 5 estancias en la parte delantera que da al oeste y 3 en la trasera orientadas al este. Parecen estar orientadas para observar los ortos vespertinos y los matutinos-

Estaba intentando comprender la utilidad de estas estancias con apertura hacia los horizontes este y oeste cuando se ha descargado otra tormenta terrorífica, caían los rayos a poca distancia, ha empezado a caer un granizo de tamaño mayor que un garbanzo, no sabía dónde meterme, me he puesto debajo de un árbol pequeñito, y no en bajo uno grande, así que estaba empapado hasta los huesos.

Meterse bajo un árbol grande es cosa que no debe hacerse, pero debajo de uno pequeño es como meterse bajo una ducha de cuartel, de esas de boca grande. Han seguido cayendo agua a mares y granizo sin parar acompañado de rayos tan espeluznante que me ponían los pocos pelos que tengo de punta.

Frente a la pirámide hay una casa habitada, supongo que la diosa de la Luna se ha apiadado de mí y se ha encarnando en una familia que vive justo enfrente, que me ha sacado del embrollo. -Cuando ya me chorreaba el agua por dentro de la ropa y empezaban a mojarse mis calzoncillos, ha aparecido la familia en grupo y me han coreado llamándome para ofrecerme refugio en su casa, supongo que han debido verme en condiciones deplorables por eso me han llamado y me ha invitado a refugiarme en la casa.

La pirámide está enfrente y el arbolito en el que me refugiaba puede verse también.

La casa de Florentino y sus hijas, mis salvadores yucatecas. Nótese el oro que llevan a pesar de ser humildes. El rayo dorado de Izamal lo contagia todo.

He hablado un rato con Florentino y me ha contado que hasta hace pocos años aquí sólo había un montículo de tierra recubierto por la maleza, que en los últimos años han ido descubriendo las ruinas, me ha dicho también que la lluvia de hoy no es normal, que es la primera lluvia del año que viene tan fuerte y tan cargada de piedra.

Media hora después, tan pronto a amainado un poco he regresado al convento-hotel. Han pasado varias horas y no hay luz en el pueblo, el cielo está muy negro, no ha parado de llover y sigue lloviendo a mares, las calles están completamente inundadas, no puedo ir a ningún sitio. Ahora comprendo el porqué del nombre de Zac, las ranas y se relaciona la pirámide del Bacab, “la que se viste de agua”.

En el códice Dresde la Luna lleva su cántaro de agua en los brazos y deja caer el líquido a su antojo, como las mujeres que te quieren cuando ellas quieren quererte y unas veces te inundan y otras te dejan en pura sequía.

-Aquí en Habuc, la diosa de las aguas ha abierto una puerta de golpe, como la que tira de la cadena, dejando caer una tremenda lluvia que sólo puede hacer felices a esos animalitos acuáticos con los que se relaciona el nombre de Zac.

Para mi ha sido todo un espectáculo de agua y color. Nunca hubiera podido imaginar algo así, jamás he visto algo igual en espectáculos naturales de agua y color, salvo quizás el espectáculo de las cataratas de Iguazú, cuando fluyen al máximo de agua y un viernes Santo en Montsegur que también hubo un espectáculo de viento y nieve circular que nunca he podido olvidar.

Publicado por Tito Maciá

Profesor, divulgador, investigador y escritor sobre temas de astrología.
https://titomacia.net/

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